A cualquiera le puede pasar, pero estoy segura de que no
cogerías tu vehículo sabiendo que tiene un pinchazo en la rueda. Sabes lo
importante que es tener a punto tus neumáticos: te ofrecen un mayor rendimiento
y ahorro de combustible, la conducción se experimenta suave y ligera y el frenado
es más fiable, haciendo que la respuesta a imprevistos sea rápida, eficaz y
segura. Por eso realizas revisiones periódicas. A pesar de ello, si durante la
marcha notases que tu volante presenta cierta resistencia en la dirección o que
se desvía hacia un lado más que hacia el otro, se despertarían tus sospechas de
que algo no va bien y te detendrías inmediatamente. Por tu propio bien y por el
de otras personas que también circulan compartiendo la carretera contigo. Pero,
¿qué tal llevas la “rueda de tu vida”?
¿Reduces tu velocidad y frenas para comprobar la “presión” o sigues esperando a
que termine en “reventón”?
Tal vez pueda
resultarte un poco extraña la comparativa entre la rueda de un coche y la tuya
propia, pero déjame decirte que ambas necesitan estar en buenas condiciones
para viajar; para llegar lejos, para alcanzar tu destino. En Coaching utilizamos esta herramienta
para «tomar la temperatura» y conocer el punto de partida en el que te
encuentras. Así, calibrando cuáles son tus necesidades en las diferentes áreas
de tu vida puedo acompañarte para que averigües por dónde «escapa el aire de tu
rueda», tomes acción y avances mayores distancias, con menos esfuerzo.
Es habitual que con las prisas del día a día pasemos por
alto algunos detalles que nos van avisando. Pero, si nos acostumbramos a
ignorar las señales de nuestro
particular ordenador de a bordo, sucederá lo inevitable: Sin saber cómo hemos
llegado, estaremos parados en el arcén de nuestra existencia con la «rueda» pinchada o reventada. Y claro, ahora toca
detenerse a la fuerza y repararla, con los consiguientes costes de tiempo y
esfuerzo personal. Porque de lo contrario, el desequilibrio en un área acabará
afectando a las demás. Ante este panorama, estarás de acuerdo conmigo en que el
mejor remedio es una buena prevención; una evaluación, un chequeo o una revisión
periódica del estado de cada una de las esferas vitales: salud (física y
psicológica), familia, amigos, trabajo, ocio, dinero, desarrollo personal y
contribución a la sociedad; nos ayudará a detectar cuál debe ser nuestra
prioridad y tomar medidas para restablecer un equilibrio saludable.
Es cuestión de responsabilidad, de tomar consciencia, de decidirse
a actuar y, si es necesario, de pedir ayuda cuando advertimos que por más que
rodemos no avanzamos o empezamos a intuir que nuestra «rueda», por alguna
razón, no se encuentra en buen estado.
¿Has revisado últimamente las tuyas?
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