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jueves, 5 de octubre de 2017

Ruedas pinchadas

A cualquiera le puede pasar, pero estoy segura de que no cogerías tu vehículo sabiendo que tiene un pinchazo en la rueda. Sabes lo importante que es tener a punto tus neumáticos: te ofrecen un mayor rendimiento y ahorro de combustible, la conducción se experimenta suave y ligera y el frenado es más fiable, haciendo que la respuesta a imprevistos sea rápida, eficaz y segura. Por eso realizas revisiones periódicas. A pesar de ello, si durante la marcha notases que tu volante presenta cierta resistencia en la dirección o que se desvía hacia un lado más que hacia el otro, se despertarían tus sospechas de que algo no va bien y te detendrías inmediatamente. Por tu propio bien y por el de otras personas que también circulan compartiendo la carretera contigo. Pero, ¿qué tal llevas la “rueda de tu vida”? ¿Reduces tu velocidad y frenas para comprobar la “presión” o sigues esperando a que termine en “reventón”?
Tal vez pueda resultarte un poco extraña la comparativa entre la rueda de un coche y la tuya propia, pero déjame decirte que ambas necesitan estar en buenas condiciones para viajar; para llegar lejos, para alcanzar tu destino. En Coaching utilizamos esta herramienta para «tomar la temperatura» y conocer el punto de partida en el que te encuentras. Así, calibrando cuáles son tus necesidades en las diferentes áreas de tu vida puedo acompañarte para que averigües por dónde «escapa el aire de tu rueda», tomes acción y avances mayores distancias, con menos esfuerzo.
Es habitual que con las prisas del día a día pasemos por alto algunos detalles que nos van avisando. Pero, si nos acostumbramos a ignorar  las señales de nuestro particular ordenador de a bordo, sucederá lo inevitable: Sin saber cómo hemos llegado, estaremos parados en el arcén de nuestra existencia con la  «rueda» pinchada o reventada. Y claro, ahora toca detenerse a la fuerza y repararla, con los consiguientes costes de tiempo y esfuerzo personal. Porque de lo contrario, el desequilibrio en un área acabará afectando a las demás. Ante este panorama, estarás de acuerdo conmigo en que el mejor remedio es una buena prevención; una evaluación, un chequeo o una revisión periódica del estado de cada una de las esferas vitales: salud (física y psicológica), familia, amigos, trabajo, ocio, dinero, desarrollo personal y contribución a la sociedad; nos ayudará a detectar cuál debe ser nuestra prioridad y tomar medidas para restablecer un equilibrio saludable.
Es cuestión de responsabilidad, de tomar consciencia, de decidirse a actuar y, si es necesario, de pedir ayuda cuando advertimos que por más que rodemos no avanzamos o empezamos a intuir que nuestra «rueda», por alguna razón, no se encuentra en buen estado.

¿Has revisado últimamente las tuyas?


jueves, 7 de septiembre de 2017

Estación de salida

Deseado para unos y muy a su pesar para otros, el noveno mes del calendario acaba de entrar por las puertas anunciando que el verano está próximo a su cierre. Dejamos atrás experiencias, sentimientos y horizontes azulados que pasarán a convertirse en recuerdos una vez que las hojas empiecen a soltarse de los árboles.
Afortunadamente, todo final trae consigo un nuevo comienzo, incluido septiembre.  Iniciamos curso, retomamos el empleo (o el trabajo de buscarlo), marcamos objetivos, planificamos acciones. Fuerzas e ilusión parecen renovadas tras el descanso y los calores estivales… Por ello, hay quién se  plantea realizar un viaje distinto, emprender un camino personal que le lleve desde dónde está hacia dónde quiere ir.
No son pocas las personas que me comentan que les gustaría dar un giro a su vida. Dicen que querrían atreverse más, aprender cómo ser mejores en sus relaciones, en su modo de vivir los acontecimientos, de afrontar los problemas en su día a día o conseguir algún sueño que llevan posponiendo porque no encuentran el momento. Ante tales afirmaciones, por mi parte llueven preguntas: si realmente vemos preciso que algo tome otro rumbo, ¿qué nos impide avanzar? ¿Cuál está siendo nuestra actitud frente a lo nuevo? ¿Es posible que, aunque lo deseemos, nos estemos resistiendo poniendo excusas? Silencio.
Deja que emerja el silencio. Ayuda a despertar la atención. De hecho, éste es necesario si pretendemos escuchar nuestras respuestas —no las viejas— las buenas. Fíjate cómo se acalla la vida latente de las arboledas llegado el momento y por un tiempo. Ello nos permite podar y preparar sus ramas para favorecer su equilibrio, su crecimiento y el aprovechamiento de la luz. En definitiva, dejar ir para poder crecer; aprendamos a ser jardineros del corazón. Paremos el ruido interior y dejemos ir, también nosotros, aquello que no nos sirve; para cuidarnos. Probemos a desechar los diálogos internos que se tornan juicios socavando la autoestima; a arrancar los pensamientos negativos y circulares que nos restan fuerzas. Cultivemos en su lugar la serenidad, la autoconfianza y las acciones efectivas. Y, sin duda, darán su fruto.
Florecer —sea cual sea nuestra naturaleza— requiere tiempo, energía y dedicación. Es una transformación que comienza lentamente en el interior y después se expande. Mirar más allá de la hoja seca, del árbol sin copa y de las nubes que cubren el Sol nos alentará a ponernos en marcha y a perseverar con paciencia aceptando que el inicio es sólo un punto de partida.

¿Te animas a vivir nueva etapa?


miércoles, 14 de junio de 2017

Jugando al escondite

Noventa y ocho, noventa y nueve y cien. Y quién no se haya escondido, tiempo ha tenido”. ¿Recuerdas cuando te ocultabas tras los árboles para que no te encontraran? Nadie quería “quedársela” y tener que ser el único en ejercer el arduo trabajo de contar, buscar, correr y descubrir a los que hábilmente trataban de reducir su visibilidad. ¿Por qué nos enseñaron que aquel papel de protagonista activo no era agradable ni deseado? Si no me falla la memoria, ganaba el que no era visto, pasaba desapercibido, era sigiloso y permanecía quieto. Esto le suponía la “ventaja” de volver a desaparecer al comenzar de nuevo. A veces, podía ocurrir que el resto se olvidasen y se marchasen a otro lugar para continuar con otros menesteres, dejando sin resolver el secreto de su escondrijo. Lástima. Con tal celo se había ocultado, que ninguno se había percatado de su ausencia. Doloroso. ¿Es posible que continuemos este juego de mayores? ¿Qué simplemente nos quedemos esperando a que nos vean? ¿Te has descubierto alguna vez buscando la invisibilidad en tu vida, en tu familia o en tu trabajo?
Tal vez no lo hayamos hecho de forma consciente, pero convendría examinarnos. Por ejemplo, ¿cuántas veces hemos callado la autoría de un trabajo bien hecho y hemos permitido que otros se atribuyan el mérito? O ¿qué ha sucedido cuando no hemos dado un paso adelante para manifestar nuestra opinión en una reunión con familiares, compañeros de trabajo o jefes aún sabiendo que estábamos en lo cierto y hablar hubiese supuesto un beneficio mutuo? Y, ¿qué me dices de rechazar una buena propuesta porque ello significaba exponernos en público o tener que prepararnos en alguna temática que en ese momento no conocíamos? Exacto, de mayores seguimos jugando. La cuestión, es que si continuamos con este pasatiempo es sencillamente porque algo ganamos, por eso lo mantenemos. Nuestros juegos son formas de obtener beneficios aparentes. Esto es, por ejemplo, lograr el que otros realicen por nosotros aquello que nos abruma; permanecer tranquilos/as en nuestra zona de confort; poder quejarnos sin hacer nada y que los demás nos compadezcan…Piénsalo.

Estas conductas que nos funcionaron en el pasado, actualmente son altamente ineficaces ya que entorpecen nuestro avance, nuestro desarrollo personal y profesional. Y seguro que lo has comprobado, pero continúas jugando… Porque se olvidaron de enseñarnos que ser visible no quiere decir ser más que nadie. Que demostrar nuestro talento y compartirlo con otras personas aceptando con humildad que todavía nos queda por aprender, no es un signo de debilidad sino de tremenda valentía. Que ser protagonista de tu vida es el mejor papel que podrías desempeñar y que sólo puedes hacerlo tú porque para eso has venido. Además, si lo interpretas con gusto, podrás encontrar a aquellos que aún esperan, hacerles visibles e impulsarles para que se atrevan a revelar su verdadera identidad, todo lo que tienen y lo que pueden dar de sí. ¿Te imaginas qué misión? Si lo reconsideras de nuevo, es posible que ahora te sientas con ganas de “quedártela”. Si es así, es que habrás comprendido que tu responsabilidad y tu acción es la que crea tu destino y trasciende a los demás. Yo, hoy decido, que me la quedo.